Las obras de Amaya Corbacho poseen una tremenda fuerza expresiva. Como en todo discurso analítico artístico, y con respecto a la obra de Amaya Corbacho, no es excepción, escenas representadas con un realismo y una maestría excepcional. El uso maestro del pincel, la elección del color, de los matices, el detalle, la composición y la luz... toda una melodía acompasada gracias al influjo de su inspiración artística; pero más allá de todos estos aspectos (importantes sin duda), está aquello que no se ve, aquello que está presente tácitamente en cada obra del artista abulense  y es su capacidad para producir emociones en el observador.